miércoles, 13 de junio de 2018

No Hay Lugar para el Olvido - Capitulo Final

Al día siguiente, una vez ya con el alta médica, decidí ir a mi oficina, para contemplar el desastre y las reformas que les pedí que le hicieran. Con el dierno que me pagaron Chandler, Valery y Gallard, y aun a pesar de lo deducido por la fianza que me pagaron cuando estuve detenido por la muerte de Sidney, logré reunir suficiente como para pagar la renta por un tiempo, comprar algo de mobiliario, munición, ropas y un dormitorio nuevo. En ese momento me llegó un telegrama desde la universidad de St. Angelo. Era de Kathy que finalmente logró titularse de maestra y ahora da clases en la escuela de la ciudad. Las cosas comenzaban a mejorar.

Me puse a reordenar el desastre, rescatar lo poco que quedó y desechar todo vestigio de lo que pasó en los días anteriores. La carpeta con el caso, estaba en otro lugar, así que no tuve problemas en recuperarla intacta. A duras penas, logré ordenar el papeleo y me senté a esperar. Esperé hasta la noche para volver al muelle de Antonietta y echar una última mirada al lugar donde perdí de vista a Charlotte.


Como pude llegué al lugar. Caminé hasta la escena del crimen, me agaché para evitar las cintas y caminé unos cuantos metros hasta el borde del mismo lugar donde cayó, después de haberle disparado dos veces... Recordé ese momento, una y otra vez... Charlotte... Charlotte... Charlotte... Revisaba cada centimetro del borde donde ella cayó, buscando rastros de sangre, alguna prenda o resto de ella que haya quedado atorada en alguno de los clavos o fierros, alguna evidencia de que ella si cayó ahi. Algún rastro de sangre... nada.

Moví la cabeza y miré hacia el horizonte. Había comprado una rosa, roja, como las que solían gustarle y la lancé al mar. Encendí un cigarrillo y me quedé parado por un momento más.

Sentí unos pasos, me paré y giré para ver quien era... por un momento pensé que era ella... vi una silueta, la perseguí como pude... pero desapareció en el aire...

Dos meses después

Corría el mes de Diciembre y ya reinstalado en mi oficina, disfrutando un whisky por el final de un caso que terminó en mejores condiciones y una buena paga por los servicios prestados, sentí que alguien llamó a la puerta. Era Alma, mi ex secretaria, que corrió a mis brazos luego de verme. El abrazo fue muy efusivo. Lloramos y conversamos un poco más. Ella me contó que trabajaba para un conocido bufete de abogados en la costa oeste y que la paga era lejos, mucho mejor que la que le daba yo y que con lo que gana, podría traer a su familia desde Asia. Me dio las gracias por todo y que mañana tomaría un vuelo para ir con su familia. Caminamos juntos por el parque central hasta que llegamos a un puesto de taxis cercano. Compartimos un café en un carrito de comidas y sonriente, me contaba todo lo que había hecho durante este tiempo. Aun a pesar de prestarle atención, mi mente seguía pensando en Charlotte, algo que Alma notó y luego de preguntarme, me dijo que debía dejar ir si quería volver a ser feliz. Después abordamos un taxi que nos llevó a la oficina. Bajé de él, Alma siguió rumbo hacia el aeropuerto, no sin antes despedirse de mi con un beso.

Busqué a la señora Greenstreet para contarle, pero ella ya no estaba. En su lugar estaba un chino, el cual no sabía de mí presencia. Me detuvo.

- ¿Ud. quien es?
- Soy Joe McDraken - me presenté - del departamento 6A
- Déjeme vel... - respondió el chino mientras hojeaba su libreta de anotaciones - Mcclaken... Mcclaken... Ah! McDlaken, 6A, 6A... detetive plivado!
- Si, ese mismo - contesté mientras me sacaba el sombrero
- Soy el señol Chung, - se presentó estrechándome la mano -  el nuevo administladol del edificio.  Detetive plivado, veldad?
- Retirado del negocio  - respondí - ¿Que pasó con Beatrice Greenstreet?
- Ella se letiló, sr. Mcclaken - respondió - Se fue al sul, a su tiela natal
- Entiendo, Sr. Chung - continué mientras dejaba la recepción - y es McDraken, Señor Chung. McDraken
- señol Mcclaken... - aseveró Chung mientras apuntaba hacia las escalas - alguien lo espela allá aliba
- Gracias señor Chung...  

Subí las escalas como pude, cuando llegué a la puerta, esta estaba entreabierta, saqué mi arma y apunté en todas direcciones, hasta a mi despacho... revisé cada parte de mi oficina - habitación, hasta llegar a mi escritorio. Sobre la mesa, una rosa roja, envuelta en un pañuelo caro bordado a mano, aromatizado con perfume... un aroma que se me hizo familiar a la primera... abrí el pañuelo y un papel pequeño cayó de el. Lo abrí, lo leí y sonreí de algún modo... ¿Qué decía ese papel? no lo diré. La rosa la puse en un pequeño florero con algo de agua que cambio cada cierto tiempo. 

Sobre el paradero de Charlotte, es un total misterio. Se que no está muerta, lo tengo claro. Está tan viva como el amor que aún siento por ella y no me suelta. Desde ese día, espero ese momento... en alguna parte de este mundo... nos volveremos a encontrar. Eso si, en ésta, mi historia, no hay lugar para el olvido. El pasado tarde o temprano reaparece para cobrar esa vieja deuda, revivir esa vieja llama o simplemente recordarte que aunque te hayas alejado y creas haberlo olvidado, aún está ahi.




FIN

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