Esta historia no tiene relación con los eventos ocurridos en 1994 (de hecho ocurrió en 1993 en otro colegio). Si bien la fecha exacta de cuando ocurrió no la recuerdo bien, los hechos si los recuerdo. Por como ocurrió y a pesar de lo breve, para mí fue divertida, es una anécdota de la que me rio cuando la recuerdo y vale la pena contarla.
Esto le pudo haber pasado a cualquiera, pero me pasó y aquí va.
Esto le pudo haber pasado a cualquiera, pero me pasó y aquí va.
"Corría el año 1993. En aquél entonces cursaba Tercero medio en el Colegio Christian Garden School. Un día de esos después de vacaciones de Invierno, estaba en pleno recreo camino a la multicancha del colegio, cuando unas chicas de 8vo básico me rodearon. Me presentaron a Carolina (la llamo así, porque no recuerdo su nombre realmente) una chica bajita, muy hermosa para la edad que tenia (ella tenia 14 y yo 16) sus ojos verdes y su cara sonrojada me enternecieron. El motivo era que yo a ella le gustaba pero no era capaz de darme un beso. La desafiaron a que ella era capaz de dármelo a lo cual ella aceptó (bajo amenaza, según su declaración) y nos empujaron a la sala de su curso.
Una vez dentro, encerrados, ella me contó lo de la apuesta y de que yo le gustaba. Yo quedé de una pieza... no sabía como reaccionar ya que estaba acostumbrado al rechazo, en un principio pensé que era una broma de mal gusto pero ver la cara de ella, me dijo todo lo contrario. Le dije que estaba sorprendido y que era muy bonita... y accedí. Cuando nos miramos, no hice más que tomarle la cara y darnos un beso, romántico y apasionado, mientras las compañeras quedaron sorprendidas y empezaron a gritar. Fue tan lindo y a la vez tan cómplice que lo disfrutamos, hasta que llegó un profesor (que resultó ser el profesor jefe de su curso y a la vez, mi profesor de Historia y Geografía) alertado por los gritos y nos pilló. Tal fue su sorpresa al verme que solo se limitó a exclamar "Sr. Cornejo!" y nos sacó de la sala.
Si bien, él, dentro de sus facultades, pudo perfectamente llevarnos a la inspectoría, ya que era un colegio adventista, el prefirió guardar el secreto, no sin antes darnos una reprimenda a los dos. Cuando salimos de esa sala y yo me iba a la mía, no dejábamos de mirarnos de reojo y sonreírnos de manera cómplice, un guiño y de vuelta a clases.
Si bien, él, dentro de sus facultades, pudo perfectamente llevarnos a la inspectoría, ya que era un colegio adventista, el prefirió guardar el secreto, no sin antes darnos una reprimenda a los dos. Cuando salimos de esa sala y yo me iba a la mía, no dejábamos de mirarnos de reojo y sonreírnos de manera cómplice, un guiño y de vuelta a clases.
El problema fue que fui "extorsionado" por este profesor, ya que una situación así en un colegio "protestante" era escandaloso y podría haberme costado hasta la expulsión (o la hoguera en este caso, por hereje), pero el prefirió ser testigo de ese "momento romántico" que le recordó cuando el conoció a su, en aquel entonces, esposa, casi bajo las mismas circunstancias. Durante esos días, trataba de verla y saludarla, pero siempre evitando la mirada de águila del profe, que nos tenia vigilados. Al final decidí alejarme de ella, para no meterla en líos.
Al ver que ya no nos juntábamos a escondidas y solo el saludo a distancia, este profesor no aguantó más y en plena clase de historia, encontró la oportunidad de delatarme delante de mis compañeros de curso. Ya se corría el rumor de lo que habíamos hecho Carolina y Yo y era cosa de que tiempo que mis compañeros confirmaran dicho rumor.
El momento preciso fue en la clase de geografía. Estaba hablando acerca de los límites de la frontera sur de Chile y se mandó una frase con la cual me echó al agua: "Como uds. pueden ver en el mapa, la frontera sur de Chile tiene muchas inflexiones y curvas bastante pronunciadas, como las que el Sr. Cornejo conoce bastante bien".
Trágame tierra... Estaba hundido en mi asiento y uno de mis compañeros me preguntó ¿que onda? No podía decir absolutamente nada... mientras el profe seguía con la clase, pero no dejaba de mirarme. Estaba rojo de la verguenza y ya no tenía escapatoria. Al final contó todo lo ocurrido y como "nos pilló". Para que hablar de como me molestaron al principio, pero al darse cuenta de quien era Carolina, me terminaron diciendo "wena, wn. Harto rica la mina, tení buen gusto compa". Después de eso, nos volvimos a encontrar y en una caminata hasta su casa, le conté lo ocurrido. Se largó a reír ya que ella me contó que el profe no dejaba de molestarla también por eso.
De ella no supe más, porque al año siguiente me cambié al Sta. María de Santiago, lugar y año donde ocurrió todo lo demás. La verdad, no sé que pasó con ella. Pero cada vez que cuento esta historia, me largo a reír porque revivo todas esas sensaciones de ese día, en el que una apuesta cambió mi vida, quizás no para siempre, pero al menos me dio una hermosa historia que contar.
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