De pronto el prisionero se despierta con un grito aterrador. Asustado, recorre el cuarto donde está encerrado buscando una respuesta al porqué lo tienen aquí. Está desesperado, tratando de buscar una salida, pero no encuentra nada. Se pasea en círculos, se pregunta ¿por qué estoy aquí?, llora, vocifera, golpea la única puerta que lo separa de su libertad, de su mundo exterior. Grita, pero nadie le escucha.
El cuarto está sucio y húmedo, al punto que ni las ratas pueden pasar
por allí. En las paredes, hay rayados de quienes han estado allí antes,
confesiones, pensamientos, esperanzas, dibujos, garrapateos y uno que
otro mensaje en clave, escritura críptica esperando a ser descifrada. Los lee una y otra vez, como lo ha sido desde que despertó en esa celda, hace ya buen tiempo. Tantas veces los leyó que se los sabe de memoria, pero aún así no logra interpretarlos.
No recuerda nada de lo que era antes de eso, quien era, donde vivía, si era casado o soltero, si trabajaba o estudiaba, ni siquiera recordaba su nombre. ¿Cual fue su crimen? ¿Por cuanto tiempo estará allí pagando condena? Ni él lo sabe.
Abandonado está el prisionero abandonado a su suerte, en esa sucia y antigua celda, en la que él, no queriendo ser menos, también comenzó a rayar la pared, completando los escritos que los anteriores a él, dejaron como testimonio de su paso por esta celda. Pero se dio cuenta de un pequeño gran detalle, todos esos "escritos" anteriormente escritos, tenían algo familiar, hablaban de cosas que solo él sabía. Nombres, lugares, momentos, fechas... fechas... fechas de cuando ocurrieron. Recuerdos que atormentaron la mente del prisionero y terminó en el suelo, llorando de resentimiento, con el corazón recogido, clamando al cielo el porqué de su situación.
Desesperado recorría cada escrito en la pared, cada registro tenia un solo factor común, pero no lograba vislumbrarlo. No sabía donde empezaba todo y tampoco tenía la voluntad de terminarlo... la mente le atormentaba, lo torturaba con recuerdos, pensamientos, heridas, palabras, hechos, todo con música de fondo: sus propios gritos.
Está allí ese prisionero, tratando de entender, finalmente que es lo que ocurrió. Está en todos y cada uno de nosotros, somos nosotros mismos, presos de nuestras propias prisiones creadas a través del tiempo y de nuestros propios errores y defectos.
Está allí ese prisionero, tratando de entender, finalmente que es lo que ocurrió. Está en todos y cada uno de nosotros, somos nosotros mismos, presos de nuestras propias prisiones creadas a través del tiempo y de nuestros propios errores y defectos.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario