Es de noche y así como las luces cambian, la ciudad cambia su rostro. Se esconde bajo ese velo hipócrita que todo lo cubre y hace ver las luces como diamantes sobre terciopelo negro. Los negocios, bancos, almacenes cierran sus puertas y los antros y garitos tanto legales como clandestinos, reciben a la gente cansada de sus rutinarias vidas, volviendose hormigueros de gente con traumas, negocios inconclusos, infidelidades, traiciones y una que otra "cana al aire". La gente se mueve de un punto a otro, arrumbándose en las barras y mesas de los bares y antros, en donde las historias se confunden con la música, la risa, el llanto, el crimen y las peleas... y entre ellos, yo.
Sentado en esa barra del único bar que frecuento después de estar en mi despacho, recordando viejos tiempos con dos amigos más, arreglabamos el mundo entre tragos y musica. Frank, banquero y contador de profesión y Erick, un destacado diseñador de muebles para los "ricos y famosos" de la ciudad. A ellos los conozco desde hace tiempo y había perdido contacto después que me enrolé en el ejercito y partir a la guerra. Eran solo dos de los pocos que conozco en esta ciudad, de los pocos que aun mantenemos el contacto desde St. Mary y al igual que yo, viven y se mueven en esta ciudad.
Luego de cerrar, caminé de regreso a mi despacho, que se transformó prácticamente en mi casa. Alma, mi secretaria, se había ido hace un par de horas, dejándome una carta de renuncia porque la paga era mala y no tenia tiempo para nada. No contenta con eso, se llevó un par de botellas de whisky y las tiró al inodoro, porque no soportaba el olor a alcohol que había. Las cosas no iban muy bien en aquellos días ¿El motivo? Los casos menguaban y ya casi nadie solicitaba mis servicios... en fin, daba lo mismo. De un modo u otro, esto iba a terminar mal. Simplemente estaba enfrentando el inicio de una mala temporada.
Sobre el escritorio, las carpetas con casos resueltos estaba desparramada en un caotico desorden. Casos que terminaron de la peor manera posible, cada uno, era una historia con un factor común: el dinero, la ambicion y el poder. Un cenicero lleno de colillas de cigarrillos, un par de cajas vacías y una lámpara que aun estaba encendida. Mi despacho era un soberano desastre, parecía mas un antro, que el despacho de un detective como yo. Resignado a mi suerte, me senté, abrí una cajetilla de cigarrillos que me obsequio Frank de su ultimo viaje a Casablanca, cuando el teléfono, que estaba bajo otra pila de papeles, comenzó a sonar insistentemente. Antes que cortara, alcancé a contestar y una voz sollozante me pidió que la fuera a visitar.
No dudé dos veces cuando decidí ir a verla, era una antigua cliente y vieja amiga de años, que me pidió un par de favores para una de sus clientas, con el fin de conseguir el divorcio y una suculenta tajada de la fortuna de su esposo, después de pillarlo en mas de una ocasión con la mucama. Solo hice el trabajo sucio, que casi me costó la vida, pero valió la pena la verdad.
Valery Jensen Chandler, administraba un salón de belleza en el día, pero en la noche, su sótano se convertía en el "Club de Bridge" de la Sra. Chandler, en donde la élite se jugaba las fortunas y el prestigio social. Muchas de las socialités más conocidas de la ciudad se reunían ahí no solo para hablar de modas o de secretos de belleza, sino que también apostaban sus cuantiosas fortunas solo por un tema de orgullo. Todo de un modo fino, elegante y discreto. El sótano estaba bloqueado por una puerta de madera que aparentaba ser un closet más donde se guardaban utensilios y artefactos para belleza.
Al llegar, encontré que las luces de su despacho, sobre el salón de belleza todavía estaban encendidas. Algo inusual que ella estuviese tan tarde, ya que ella se va a las 19:00 y deja a cargo del local a su mano derecha, Madame Madeleine, una cosmetóloga francesa tan exigente como dedicada a la cosmetologia que, según ella, debiera considerar un arte digno del Louvre.
Valery, con mucha diplomacia y fineza, me recibe y sube conmigo al despacho. La sala enorme, con su refinado toque francés preguerra, lleno de cuadros y adornos, sobre su escritorio, lamparas, fotos, dossieres, revistas de decoración y moda y una foto de ella con su ex-marido, que, según ella, ahora duerme con los peces, por culpa de su torpe capacidad de negociación, al meterse con un capo de la mafia local, pero en realidad está escondido en alguna parte de Asia, haciendo lo que mejor sabe hacer: Negocios sucios.
- No esperaba requerir de sus servicios nuevamente, Joe - me dijo mientras se sentaba en su gran sillón
- Lo mismo digo yo, Valery. - dije mientras encendía un cigarrillo - La última vez que hablamos fue cuando enterramos a Louie, tu marido.
Nos pusimos a conversar y a recordar aquellos años en St. Mary, un pueblucho distante de la ciudad, en donde nuestros caminos convergieron para nunca más separarse. Recordamos nuestras locuras y travesuras de adolescentes hechas en el único colegio de secundaria que había y soñar con largarnos para hacer vida en la gran ciudad.
Nos pusimos a conversar y a recordar aquellos años en St. Mary, un pueblucho distante de la ciudad, en donde nuestros caminos convergieron para nunca más separarse. Recordamos nuestras locuras y travesuras de adolescentes hechas en el único colegio de secundaria que había y soñar con largarnos para hacer vida en la gran ciudad.
- Bueno, no lo llamé para recordar viejos tiempos - dijo Valery mientras hojeaba una revista de modas
- ¿Entonces para que sería esta vez?
- Sabes que regento un garito clandestino aquí bajo el salón de belleza, y muchas de mis clientas vienen acá no solo para arreglarse el cabello... vienen para hacer dinero y así mantener sus lujos.
- Si quieres protección, hablas con el tipo equivocado - respondí
- No es eso precisamente, Joe - Dijo Valery - Es algo peor. Mi vida está amenazada. Dos de mis mejores clientas y amigas han sido asesinadas en extrañas circunstancias. Nadie sabe el motivo y el porqué, pero se corre el rumor de que yo también estoy involucrada y por eso vendría por mí.
- ¿Tienes algun enemigo, competencia, cliente insatisfecho o alguien que quiera comprarte el negocio de mala manera?
- No lo sé, Joe - respondió Valery - no recuerdo a alguien con quien haya tenido algun problema. En todo caso, creo que esto podría darte una pista sobre quien está detrás de estos crímenes.
Ella me entregó un informe de la policía que contenía una parte de los antecedentes del caso. Ella prácticamente los "compró" a un corrupto funcionario del tribunal. En el informe, habían antecedentes, pericias y fotos de las fallecidas. Según el informe una de ellas fue muerta por envenenamiento en la Suite del Hilton y la otra asesinada a puñaladas en un callejón cerca del Parque central. Ambas con días de diferencia, supuestamente sin nexo alguno entre ellas, según la policía.
Conforme a lo relatado por Valery y unas cuantas ojeadas al documento, no tardé mucho en hallar un hilo conductor. Partí por algo lógico, algo simple: dos de las fallecidas se juntaban en el garito de Valery puntualmente a las 22:00, competían por quien tenía la mejor mano y quien ganaba más partidas. Ambas eran esposas de empresarios prominentes, con vastas extensiones de tierra en varios puntos de la ciudad. Lujos, viajes caros y costosos trajes, hasta en eso competían, aún a costa de los fondos de sus esposos. Algo así como una "sana rivalidad" pero nada que pudiese haber sido el motivo por el cual murieron, al menos entre ellas. Indagando un poco, busqué algunos nexos turbios en sus historiales, pero nada, tenian un historial pulcro como pared de hospital. No tenían enemigos evidentes ni posibles amenazas previas. Nada que pudiese anticipar o evitar su muerte. Guardé el dossier y me largué a mi despacho. Pedí un taxi, porque sentía que alguien me seguía...
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