Hola:
El motivo de esta carta, no es el sacarte en cara lo pasado, ni tampoco restregarte todo el daño que me hiciste. Espero que entiendas, pues el motivo no es otro sino que el contarte lo que pienso ahora de todo esto.
¿Te acuerdas cuando me humillaste, me trataste como las weas, que te comportaste como una mierda arrogante y soberbia, tratandome con la punta de la bota?, No, entiende que no te lo estoy sacando en cara, sino que es para contarte el duro proceso que me llevó a ser la persona que soy ahora.
Esas noches, me las lloraba toda, preguntandome ¿por qué? ¿Que daño te hice yo para que me trataras con ese desdén y arrogancia?, A eso sumale el daño que me hizo mi familia que también colaboró en el proceso. Nunca sabrás de esas noches en las que me preguntaba si estaba haciendo lo correcto o simplemente era un castigo del cielo. Nunca sabrás de esos días en los que me estaba apagando para convertirme en la basura que veías en mi.
¿Cuantas veces dí lo mejor de mí y a cambio recibí tu maltrato? ¿Cuantas veces luché por jugarmela por ti y solo recibí tu engaño y burla? Eran las preguntas que siempre me hacía cada vez que me iba a dormir, cuando podía. Los días en el trabajo no eran diferentes. Caminar por la calle con la mirada triste mirando al suelo, pensando ¿A quien mierda le importo? Ni a mi padre que me recibió en el depa unos meses, le importé. A nadie.
Se suponía que era el momento más feliz e importante de mi vida, en el que iba a sentir el apoyo de todos, pero hasta tu misma me abandonaste. Pero yo seguía ilusionado, pensando que lo iba a lograr, aunque fuera solo. ¡Vaya iluso que fuí! Incluso ese día que me botaste del taxi por no tener un peso para pagarlo, ¡aún a pesar de ello, creía en ti! ¡Creía en que tu cambiarías, vaya tonto que fuí!
La noche en la comisaría después del accidente, me demostró que también mi familia me abandonó y en vez de apoyarme, me atacó. Los días posteriores, fueron un infierno para mí. Tuve que luchar contra el descrédito, la critica destructiva y me seguí hundiendo en la soledad. Te maldije, los maldije a todos, pensé en también abandonarlos y desaparecer. ¿Cuantas veces quise suicidarme, para que al menos, mi muerte tuviera un puto sentido para uds.? Para darles una lección a todos, para que se dieran cuenta de los monstruos en los que se convirtieron y que su propio egoísmo fue lo que provocó mi muerte.
La última vez, casi terminé en el fondo de la bajada del Cerro La Pirámide, pero algo me detuvo. ¿Por qué mi muerte debería tener un sentido y no mi vida? Si moría, a nadie le importaría, ni a ti ni a nadie. Al tiempo me olvidarían y mi tumba, olvidada también, sería solo el único recuerdo que dejase cuando ya no esté con uds. En ese momento ya había descendido al infierno, atravesando las llamas y vivir el dolor, para comprender que todo esto tenía una razón de ser. Que de no haber ocurrido esto, no sería el tipo que soy ahora.
Tenía que darle a mi vida, un sentido, una razón y esa razón, era yo mismo.
Al verme solo, humillado, pisoteado, herido y endeudado hasta las masas, me di cuenta que solo una persona en este mundo podría ayudarme a salir adelante: Yo. Dependía de mi si ponía fin al dolor que llevaba dentro, de mí dependía el levantarme y volver a salir adelante, dejando atrás todo aquello que me impedía seguir (familia, tu, etc.) que era el único que tenía el poder de cambiar mi destino. También sabía que iba a ser un camino dificil, lleno de sacrificios, lleno de dudas y de problemas. Que todo iba a ser más cuesta arriba y que aunque me tomase toda una vida, lo iba a lograr. Me propuse eso y así fue.
Tuve que reinventarme, tuve que quitarme esa etiqueta del "NO PUEDO". Me rehusé a perder, a rendirme, aún cuando tuviese todo en contra. Trabajé en silencio, por más que mi vieja me pidiera explicaciones sobre lo que hacía, pero no se las dí. Yo era mi propio plan y a nadie más le tiene que importar eso. Las cosas las haré cuando tenga que hacerlas y no cuando me digan, de la forma que sé hacerlas y no como me digan como. Lo he hecho antes y las volveré a hacer.
De no haber sido por tu maltrato, esta lucha no habría ocurrido. Me heriste mucho, pero esas heridas me dieron la razón para volver a pelear y no rendirme. De no haber pasado por el dolor que me causaste, de no haber pasado por el infierno, no podría enfrentar con mas fuerza las cosas que vinieron después.
Quiero que entiendas eso. Te agradezco el tiempo que estuvimos juntos, las heridas que me dejaste, pero ahora que la estas pasando mal, quiero que sepas que no es malo lo que estás pasando, es una oportunidad para que puedas levantarte y salir adelante. Que depende de tí si sigues llorando o te levantas y das la pelea. Mientras sigas viva, mientras sigas respirando, aún sigues peleando, los problemas no te han vencido. Tienes a tu esposo y a tu hijo, razones suficientes para que sigas luchando, pero la razón más importante, la que todos descuidan pero es la más importante: ERES TU. Hay veces en que quieres renunciar, tirar la esponja y rendirte, pero no puedes hacerlo. Sigue luchando porque mientras vivas, aún seguirás luchando por salir adelante. Como lo hice y sigo haciendo yo.
Agradezco a la vida, a las heridas que me dejo ese año dificil y los años posteriores, en los que primero conocí el infierno para después levantarme más fuerte que nunca. Agradezco las heridas que me dejaste, no como un recordatorio del daño que me hiciste, sino como el mudo testigo de que luché por algo, que, aunque haya fracasado, jamás dejé de luchar, jamás me rendí. Aunque me hayas abandonado, nunca dejé de creer en tí.
Ahora te toca a tí. Deja de huir y empieza a pelear. No lo hagas por mí y un futuro juntos, porque ya lo tienes. Hazlo por ti, por Cesar y Camilo. Ellos cuentan contigo.
Nunca dejes de pelear.
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