viernes, 11 de febrero de 2022

Una reflexión que tengo en la cabeza

Desde que comencé en Blogger en el 2008, suelo visitar algunos blogs y comentar. En algunos los hago de manera regular y en otros, solo si el tema lo amerita. Por lo general comento de política, informática o airsoft y soy un regular del templo de ocio de Tomás Bradanovic (don Tom) y cuando el tema es bueno, comento.

Un día, leí una de sus columnas en las que me llamó la atención que el en su tiempo de estudiante solía hacer lo mismo que yo en cuando estaba aburrido en clase: Dibujar y escribir poemas. Le conté de mi historia: "En mis años de liceo, solía entretenerme en clase dibujando historietas en las que retrataba a mis compañeros de curso o mi enamorada de turno, a la que la dibujaba lo más "kawaii" (tierna en japonés) que pudiera, o me dedicaba a escribirle poemas pero lo chistoso es que nunca se los mostraba, hasta que su mejor amiga me secuestró el cuaderno y se lo mostró, así como también mis dibujos. Otro detalle es que hasta la profe se enteró y me envalentonó a escribir en el diario del cole: supieron quien era y comenzó una relación amor - odio, sólo porque le daba plancha saber que alguien estaba perdidamente enamorado de élla." y me respondió con algo que me quedó dando vueltas en la cabeza hasta ahora:

"Los enamoramientos del colegio son lo peor de lo peor, tuviste mucha suerte de no quedar enganchado, son un transtorno alucinatorio "que te hace ver buena a la mala, honesta a la mentirosa y leal a la traicionera, solo porque tiene carita de ángel y un buen par de tetas".

Me sentí como Rone cuando Boon le dijo lo de "todos los dioses, todos los cielos, todos los infiernos están dentro de ti" en la película 13 Horas. Es algo que una vez que entra, no te sale de la cabeza y te hace repetirlo una y otra vez, buscandole un sentido lógico.

Analizando mi vida completa, creo que el enamoramiento en la época que sea, es en sí un trastorno alucinatorio, no importa si fue a los 17 o a los 45, es prácticamente una droga que te enloquece y te ciega, al punto de creer ver bondad en una persona mala, positividad en una relación tóxica e incluso te hace perdonar una y otra vez aún si ese daño es irreparable e irreversible, como todo en la vida.

Me puse a analizar todas mis relaciones desde que tengo algo de recuerdo y me dí cuenta que sobre lo que dijo, no podía estar más acertado. ¿Cuantas veces no me cegué al enamorarme precisamente de la menos indicada y la que podía estar enamorada de mí no la pescaba por lo mismo? ¿Cuantas veces, ya sea por calentura, estupidez o simplemente ese miedo weón de no tener pareja, cometí semejante error? ¿Por qué no aprendí de eso, solo hasta ahora que, ad portas de un nuevo 14 de febrero (un día de mierda para mi) recién pude entender? 

Ahora entiendo todo. Luego de analizar todo, me di cuenta que estaba weveando. Que estaba perdiendo el tiempo soñando con algo que jamás ocurrirá. Dejé de pensar en ello, dejé de idealizar a Carla y las cosas comenzaron a aclararse para mí, como si por fin los cielos se abren y empieza a salir el sol. Ella nunca fue ni será para mí y solo me conformaré con lo que haya, aunque sean las sobras de momentos que otros desperdician. Quien venga a mi vida, tendrá que ser lo suficientemente capaz de hacer cambiar mi mundo, las que ya pasaron, ya tuvieron su chance y ya no hay más oportunidades. 

Desde ese 2008 que marcó mi vida para siempre, para mí, enamorarme ya quedó fuera de mi jurisdicción, fuera de mis planes. No volver a enamorarme o involucrarme sentimentalmente en una relación fue una condena autoimpuesta y que con el paso del tiempo pasó a ser "perpetua". No pierdo la fe de terminarla, pero mientras tanto y como recordatorio de lo ocurrido, tendrá que ser así. 

Al menos podré estar tranquilo, al menos mis finanzas estarán bien, pero lo más importante eso sí tendré algo de paz en lo poco y nada que queda de corazón.

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