Ambos se encontraron en la playa, con una hermosa puesta de sol de fondo, mientras las olas del mar rompían suavemente en las rocas y el ruido de las gaviotas llenaban el ambiente. A lo lejos se oía la música de un restaurante abierto a esa hora.
Carla vestía de azul y gris, su vestido largo ondeaba al viento, del mismo modo que su cabello negro y un pañuelo rosa alrededor de su cuello. José, estaba equipado para el combate. Llevaba un vest JPC con sus mags de M4 puestos, su radio que no dejaba de sonar, unos pantalones tácticos color kaki, la Beretta 92FS al cinto y una polera piqué negra. Sus lentes balísticos con su aditamento para lentes ópticos no lograban disimular la alegría que mostraban sus ojos, al verla llegar.
Carla caminó hacia José, mientras él colocaba su M4 a su espalda apenas la vio, para pasarle un ramo de flores que había comprado y sabía que eran sus favoritas. Pensó en fundirse con ella en un efusivo abrazo, pero al verla y notar la expresión en su rostro, desistió. Ambos se quedaron parados frente a frente, con el sol poniéndose en el horizonte. Se miraron a los ojos pero no podían decirse palabra alguna. Estaban paralizados, incapaces de reaccionar, como si una fuerza les impidiera acercarse mutuamente... José solo atinó a pasarle el ramo de flores, cuando de pronto Carla se lo botó de las manos y le dio la espalda.
- Carla...
- José... - dijo Carla mientras le quitaba la mano de su hombro - No...
Jose insistió pero Carla seguía a la defensiva. Al final José cedió y se quedó parado mientras Carla le seguía dando la espalda.
- Entonces ¿Para qué me pediste que nos viéramos aquí?
- José... - respondió Carla - Creo que me equivoqué al traerte aquí
- No creo... - dijo José - Tienes una razón y una muy de peso para citarme aquí, donde nos vimos la primera vez
Carla seguía muda, pero en su rostro se percibía el conflicto que llevaba dentro de su corazón. Quería decirle la verdad, pero algo se lo impedía.
- Carla, si tienes algo que decirme... - continuó José - dímelo ahora, antes de que sea demasiado tarde...
Carla bajó la cabeza, suspiró un poco, la levantó y miró
al horizonte, con resignación, pero a la vez con tristeza, pues sabía que el
final, para ambos, se acercaba a pasos agigantados.
- Solo... solo vine a despedirme de ti... - dijo Carla aún dándole la espalda - Tu y yo ya no tenemos nada que hacer juntos.
- ¿Cómo? - preguntó José - No entiendo
- José - continuó Carla - me decepcionaste
- ¿Qué? - exclamó José - ¿Qué demonios dijiste?
- Eso, Jose - respondió - me decepcionaste. Pensé que eras una buena persona, pero no. No eres diferente del resto.
- ¿Que te hizo pensar eso?
- El verte así - continuó - me decepciona, nunca me dijiste que estabas en la milicia.
- Tengo mis razones - contestó José - no quería que te vieras involucrada.
- No estás con la causa - respondió Carla - Estás contra ella, te volviste contra tu propia gente, te volviste contra mí.
- Si, es verdad - respondió Jose - Nunca lo estuve ni tampoco lo estaré. Como habíamos conversado esta "diferencia", lo sabías desde un principio cuando nos conocimos aquí. Todo lo que hice fue precisamente por protegerte y proteger a la gente del pueblo de la mierda de tus líderes.
- Pero si ellos están con nosotros - continuó Carla - No el Estado, esos represores a los que perteneces
- Carla - interrumpió José - Eso es mentira, lo sabes.
Pasó un momento cuando Carla, furiosa abofetea a José.
- ¿Pensaste que las flores, halagos, poemas y cariños me harían cambiar de opinión? - Preguntó Carla
- Eso creí - continuó José mientras se sobaba la mejilla - Pensé que pasado un tiempo juntos ibas a recapacitar y te darías cuenta que solo te estaban usando. Eso sí, jamás me volví en contra tuya.
- ¡No me están usando! - Exclamó Carla - me sumé a la causa porque ellos me lo pidieron
- Te están usando, Carla - dijo José - así son estas lacras... estarán contigo mientras les sirvas. Cuando ya estén en el poder, se olvidarán de tu esfuerzo y sus promesas, te van a meter un tiro en la cabeza y te dejaran morir como a un perro. ¡Esa es su manera de actuar, entiéndelo!
Ambos se quedaron en silencio por un momento... José quería tomarle la mano a Carla y ella solo se limitaba a esconderla.
- En todo caso... - continuó Carla - fue bonito mientras duró.
- Si, lo fue- dijo José mientras se secaba las lágrimas - solo que... pensé que las cosas irían a cambiar para mejor.
- Nada cambia, José - continuó Carla - menos la decisión que tomé. Nada, absolutamente nada me hará cambiar de opinión.
- Entiendo... - continuó José - es una decisión a la cual no me puedo oponer... y la respeto.
- Que bueno que lo hayas entendido, José -dijo Carla mientras mantenía la mirada en aquél atardecer
José posó su mano sobre el hombro de Carla, la hizo girar y sujetándole suavemente por los hombros, la miró a los ojos y le dijo:
- Carla, sé que nunca fui una buena opción para ti. Lo supe desde el principio. Nunca lo fui y jamás lo seré, pero no niegues que me la jugué por tí.
- No lo niego, diste lo mejor de tí. Pero no quiero jugar con tus sentimientos, ni herirte.
- Carla - continuó Jose - Sobre lo que siento por ti, ya te lo dije hace 10 años atrás y te lo volveré a decir: Mis sentimientos hacia ti no van a cambiar, aún cuando nuestros caminos no vuelvan a cruzarse nunca más. Aún cuando me odies por esto que estoy haciendo, porque considero que es lo correcto por una verdadera causa justa. Pero no voy a aceptar que por culpa de otro y su estúpida ideología, yo esté pagando los platos rotos... ¿comprendes?
- José... - interrumpió Carla - por favor, no sigas...
- Carla, querida - continuó José - que te quede claro: te amé desde el primer día que te vi, te amo y te amaré aún más allá de la muerte, porque así lo siento. Te amaré aún a pesar de que tú ya no sientas lo mismo por mí. Seré honesto, me duele reconocerlo, créeme. Pero tengo claro que esa será mi cruz. Una que cargaré por el resto de mi vida. Eso si, te llevaré en mi corazón siempre.
Carla alzó la mirada y sus ojos brillaron de lágrimas.
- Para bien o para mal, - José continuó - si no volvemos a vernos, recuérdame por lo que fui para tí.
- No, José - dijo Carla - Si te recuerdo, será peor. Si me recuerdas, esa herida jamás cerrará. Es mejor que nos olvidemos. No quiero nada que me ligue a ti, ningún recuerdo, nada.
- Como quieras - dijo José - Eso sí, yo jamás te olvidaré y estoy seguro que tu tampoco lo harás.
- ¿Por qué estás tan seguro de eso, José?
- Simple - contestó José - Pertenezco a tu pasado y el pasado no lo puedes cambiar. En algún momento de tu vida, me recordarás y sabrás que a pesar de todo aún sientes amor por mí.
- José... Entiéndeme... - dijo Carla - yo ya no siento nada, ni por ti ni por nadie. Solo viviré mi vida como lo he hecho hasta ahora. No quiero recordar nada de nuestro pasado, nunca más. Yo me alejo, no solo de ti... sino que de todo. Sólo te pido una cosa... déjame ir, José.
- Ok... - respondió José - Eso sí, también te pediré una cosa antes de irme...
- ¿Y que cosa es? - preguntó Carla
José le tomó la cara y la besó. Después de eso, respondió
-
Que seas feliz. No me importa lo que hagas. Por mi parte haré todo lo posible para que lo seas. No
importa si eso significa alejarme de ti y sacrificar lo
poco y nada de corazón que me queda. Tengo claro que ya no seré parte de tu felicidad y creo que podré vivir con eso. Te pido solo eso: que seas feliz. Nunca
dejes de serlo.
Carla quedó desconcertada no solo por el beso robado, sino que ante la petición de José. Él no estaba rogando ni suplicando, mucho menos estaba de rodillas. Ella se dio cuenta que José había cambiado, que la guerra le quitó no solo la inocencia, sino que también sus miedos. No, este era un José diferente, Estaba firme y de pie a pesar del dolor de perderla y dejarla ir. Estaba aceptando su destino y que por la felicidad de ella, estaba sacrificando su corazón. Carla, entre su rabia y su dolor, tocó el rostro de José con sus manos para secarle las lágrimas y él solo se limitó a tomarlas...
- Aquí se separan nuestros caminos...- dijo José ya resignado a lo que vendría tomando y besando sus manos - Te deseo lo mejor.
Los ojos de Carla se llenaron de lágrimas, le dio la espalda a José y corrió a perderse entre la gente. José la veía alejarse, mientras se secaba las lágrimas que hacía de su visión algo borrosa. Se sentó en la banca que daba a la playa, apoyó la M4 en el asiento, sacó y encendió un cigarrillo, para después sacar una petaca de su pouch y echarse un trago. Estuvo mirando el atardecer, solitario, mientras los helicópteros sobrevolaban la costa. Estuvo allí hasta que el sol se puso. Su corazón le dolía, al punto de sentir como se rompía en pedazos, la pena era mucho más fuerte de lo que él pudo haber soportado antes, pero había que seguir adelante con la misión, era lo único que lo mantuvo en pie. Después, se levantó de la banca, recogió su M4 y las flores que Carla botó, para después, subirse a la Humvee que lo llevaría a la base de operaciones. Por otro lado, Carla miraba desde la colina como José se alejaba hacia el norte. José la miraba por el retrovisor de la ventana del Humvee a medida que se alejaban, mientras la luna llena que se veía en el cielo nocturno de la playa, dejaba su reflejo plateado sobre el mar.
Él perdió... Ella perdió... el amor murió en ese atardecer, frente a la playa.
Llegada la noche, Carla decidió asomarse al balcón con vista al mar desde su casa. José hizo lo mismo, pero desde el techo de un container, en la base. Ambos miraban la luna, cerraron los ojos y al unísono se despidieron.
- Adiós José...
- Adiós Carla...
(Esta historia es ficticia, Tomada del script del Manga "Archangel 6, Amor Bajo Fuego" los personajes son reales)
Musica incidental:
Gortoz a Ran (Triple Handcuff Version)
Autor: José Antonio Cornejo Núñez
2018